lunes, 5 de noviembre de 2007

Será por competencias ...

Parece existir, pues así ha sido puesto públicamente en manifiesto recientemente, un larvado resentimiento respecto al SIDRA, por parte del sector bibliotecario, que trae consigo el enjuiciamiento negativo a priori del sistema y su descalificación gratuita, sin profundizar sobre su origen ni reconocer el papel revitalizador que supuso para los centros de documentación del Principado de Asturias, hasta entonces los grandes olvidados.

Si hacemos un poco de historia, los primeros centros de documentación en Asturias nacen en los años 80. Desde entonces y hasta el 2004, nadie los reclamó ni los consideró de su competencia. Aislados, con mínimos recursos y escaso presupuesto, sobrevivieron a duras penas, siendo ignorados en todos los planes que se hicieron. Hubo varios intentos de coordinación, surgidos de los propios centros, pero no obtuvieron a la larga los resultados esperados. Casi veinte años tuvieron que pasar hasta que constituirse en red.

El SIDRA les facilitó, además de una herramienta común de gestión documental, reconocimiento y proyección exterior, revalorizándolos y haciéndolos más visibles dentro de la propia organización. De la unión, vino la fuerza. Por otra parte, el establecimiento de tres niveles escalables de gestión y presentación, permitía su utilización en ámbitos restringidos, como los gabinetes, la Intranet o Internet. Todo configurable y a medida, previa realización de auditorias de información.

Su presencia dentro del portal corporativo www.asturias.es ofrece a los ciudadanos posibilidad de descargar documentos digitales y contribuye a difundir los recursos de información de la organización. SIDRA recibió el premio Adolfo Posada, a las iniciativas innovadoras en la Administración. En tres años se ha pasado de 14 a 25 centros, algunos de fuera de la Administración, mediante la firma de protocolos. Es modélico en su desarrollo y ha “inspirado” proyectos similares en varias ciudades y comunidades autónomas. ¿Por qué molesta, entonces, el SIDRA?

El argumento esgrimido tiene que ver con las competencias. Me gustaría recordar las que justifican, legitiman y generan, en su desarrollo, el Sistema de Información Documental en Red. (Decreto 142/2007)

Corresponde a la Viceconsejería de Modernización y Recursos Humanos:
La modernización e implantación de sistemas de información corporativos, correspondiéndole en este sentido la coordinación y superior supervisión de las actuaciones y de los programas relativos al uso e integración de las tecnologías y sistemas de información en cualquier ámbito de la Administración del Principado de Asturias.
Y a la Dirección General de Modernización, Telecomunicaciones y Sociedad de la Información, en relación a esto:
a) El impulso de los procesos de mejora continua y de calidad en la prestación de los servicios públicos de la Administración del Principado de Asturias.
d) El depósito, custodia y conservación de expedientes y documentación administrativa de la Administración del Principado de Asturias.
e) La organización, mantenimiento y suministro de información bibliográfica y documental para el servicio general de la Administración del Principado de Asturias.
i) El fomento de la aplicación y uso de los servicios de la sociedad de la información entre particulares, empresas e instituciones.

Nadie pone en duda que la gestión de bibliotecas sea competencia de Cultura (ver Decreto 145/2007). Pero estamos hablando de sistemas de gestión de la información, de herramientas corporativas, de información especializada, de repositorios institucionales, de memoria digital… de teras, no de estanterías, en una palabra. Construir, perfeccionar, difundir, educar para el uso de la información digital, prestar servicios de valor añadido a la ciudadanía en el marco de la Sociedad de la Información es nuestro objetivo.

No es, por tanto, un tema de competencias. ¿Será que algunas personas consideran el SIDRA como “la competencia”? Es fácil desmontar la teoría de la conspiración. La red de centros de documentación no llega a la cuarta parte de la red de bibliotecas, su público es distinto, sus profesionales también, sus estrategias de comunicación y difusión otras. No hay competencia: hay complementariedad de servicios, mayor oferta, mejor atención, calidad en la información, nuevos caminos que se hacen al andar, se inventan cada día al acelerado ritmo que marcan las tecnologías.

Estamos pues ante un discurso (no digo discusión, pues sería cosa de dos) estéril y vacío que conviene desterrar cara al futuro. Da igual que nuestros fondos sean físicos o virtuales, universales o especializados; somos todos profesionales de la información y nuestras fuentes de financiación son las mismas: el bolsillo de la ciudadanía. Y debemos rendir cuentas con más y mejores servicios, adaptados a sus necesidades a sus costumbres.

Este ha de ser nuestro único y compartido objetivo. Ahora, tenemos la oportunidad de ofrecer al mundo un buscador único para todos los fondos, donde quiera que estén, un acceso único a todos los recursos de información existentes en cualquier red, en cualquier centro de nuestra Comunidad Autónoma, sea biblioteca, centro de documentación o depósito virtual. No debemos desaprovecharla.

Hay que cooperar, trabajar en equipo, propiciar el encuentro, innovar diariamente, fomentar las buenas prácticas, ser positivos, encontrar razones para el entendimiento, apoyar y alegrarse de cualquier iniciativa que se produzca en el sector. En última instancia, el beneficio es para todos.

Y, en cualquier caso, como bien decía Facundo Cabral:
Yo soy del culto católico,
Vos sos del culto judío,
Si yo no te toco el culto,
¿Por qué vos tocás el mío?


Besos asgaya.
La documentalista optimista.

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